Primer post de este blog: declaración de intenciones
Parte I, el acumulador de creencias
Con 33 años, pertenezco a una de las generaciones en las que prácticamente todos pudimos vivir “mejor” que nuestros padres.
El empeño de muchos de ellos, y de la sociedad en general, en dárnoslo todo cómodamente hecho ha tenido como consecuencia que hayamos salido un poquito inútiles y que, salvo excepciones, con 18 años no sabíamos ni cambiar una bombilla.
Por suerte mi caso no fue tan extremo y, a pesar de vivir en un mar de comodidades, mis padres fueron capaces de mantener en mí la llama de la inquietud, la responsabilidad y las ganas de hacer las cosas por mí mismo. A día de hoy eso es lo más valioso que tengo.
Para arreglar algo me pongo Youtube, ¡pero lo hago!
Hemos sido también la primera generación para la que un título universitario no aseguraba, ni mucho menos, un trabajo para toda la vida. El cambio de paradigma nos ha cogido de pleno, nos toca aprender a vivir con incertidumbre, cosa que no había estado sucediendo últimamente.
Durante las últimas décadas la vida de la gente que decidía seguir los pasos marcados ha carecido de esa incertidumbre; estudiar una carrera para después tener un trabajo para toda la vida, una hipoteca, tener hijos cuando toca, trabajar hasta jubilarte y luego hasta el imserso decidía por ti dónde ir de vacaciones.
¿Con qué nos hemos encontrado ahora nosotros?
Bien por la dificultad de acceder a ese trabajo para toda la vida, o por el empeoramiento constante de las condiciones laborales o bien porque sencillamente no nos da la gana de malvender nuestro tiempo, esa cadena universidad-trabajo fijo-etc se ha cortado, y nos hemos encontrado de frente con la realidad.
En mi caso esa realidad ha sido darme cuenta de que ni era capaz de decir en qué soy bueno, ni lo que me gusta, ni a que me quería «dedicar».
Es como ir por una cómoda carretera por la que ha circulado todo el mundo durante años y, de repente, nos la hemos encontrado cortada, nadie había previsto un camino alternativo, ni nadie nos había dado un mísero mapa, y lo que es peor, nos siguen diciendo que vayamos por allí.
No nos ha quedado otra que salirnos de la carretera y avanzar por donde pudiéramos. Unos se han ido fuera de España, otros han emprendido, otros hacen lo que pueden con lo que tienen, otros se resignan y otros muchos necios intentan seguir por la antigua carretera. Por favor, no seas de estos últimos.
En mi caso, y en el de la inmensa mayoría, esta situación se ha unido a un problema de atrás. Años y años en un sistema educativo desfasado y cruel. Miles de horas de mi vida en soporíferas clases que machacaban cualquier tipo de búsqueda de mis pasiones, mi creatividad y mis inquietudes
Así de sencillo, un robo de mis tesoros más valiosos, claves para una vida plena y feliz.
2016, y en el colegio se sigue enseñando el mapa de carreteras de los años 70, a pesar de que la carretera ya se sabe que está cortada poco más alante.
Yo terminé estudiando Administración y Dirección de Empresas, sin rumbo, previo paso de un año por Ing. Informática, todos esos años de colegio e instituto me habían robado cualquier visión, y ahí iba yo, dando palos de ciego.
Si escuchas “estudia algo que tenga salidas”,por favor, por los que lo hemos sufrido, por ti, por el mundo, no hagas caso
Tras el esfuerzo que supuso meter en mi cabeza toneladas de información para vomitarlas en exámenes a cambio de un título, orgulloso, di el salto al maravilloso mundo laboral adulto. Por fin había llegado, ya estaba allí, ¡el esfuerzo había merecido la pena!
Lo que me encontré fueron horas y horas haciendo de nuevo algo que no me gustaba, primero rellenando papeles en una fábrica, luego sonriendo a abuelas en un banco, luego vendiendo pisos. Becas, prácticas, medias jornadas han sido una constante en mi vida laboral.
Parte II. Cambiando el paradigma
Fue allá por 2011 cuando creo que empezé a sentir cierta incomodidad. Tras dos años vendiendo pisos y que la empresa se fuera a la ruina, empezaron mis sospechas de que algo estaba fallando, de que aquella carretera no parecía ir donde me habían dicho.
Lo mío no fue un click repentino, fue y es un proceso de ruptura y desapego con esas creencias sobre el camino a seguir que estaban grabadas a fuego en mi cabeza.
De ahí adelante empecé a intentar cambiar la forma de ganarme la vida, no más vender mi tiempo a cualquier causa.
Mientras me he dedicado a desaprender, a soltar ese lastre que llevaba, y a formarme.
He aprendido sobre todo aquello que realmente importa y que la escuela había obviado en favor de información no-relevante para mi felicidad.
Me he tenido que salir de la carretera, y más perdido que un pedo en un jacuzzi aprender a buscar un nuevo camino. En esa búsqueda no me ha quedado más remedio que aprender a relacionarme con mí mismo, con los demás y con el mundo, a descubrir mis habilidades y vencer mis miedos, a vivir una vida plena en la que yo soy el que crea el camino.
Ese aprendizaje y esa experiencia es lo que quiero compartir contigo.
Parte III. Misión y lugar en el mundo.
Sin duda vivo en una generación de afortunados, de no ser por eso que llamamos crisis yo seguramente me hubiera quedado trabajando en un banco. Sin demasiadas inquietudes más allá de esperar el fin de semana para pudrirme delante de la tele. O no, who knows.
El no haber tenido acceso a ese “trabajo para toda la vida” ha colaborado a que todas mis creencias sobre el mundo laboral saltaran por los aires, perdiendo, por fin, el miedo a no seguir el camino trazado.
Ya no intento ser normal.
Compartir mi experiencia y ordenar mis ideas es la misión de este blog. Estoy convencido de que el futuro pasa por gente feliz que aporta valor a los demás, de gente que lidera su propia vida, de gente invencible.
Serás partícipe de la evolución de mi camino, de las dificultades que me voy encontrando, de mis miedos y de las recompensas por vencerlos.
Estoy seguro que descubrirás cosas que te aportarán valor, que te harán mejor, y quizás, finalmente, ambos seremos Invencibles.
Este blog nace en 2016, de aquí en adelante mi futuro está por escribir, y sólo yo tengo el boli.
Hay gente que tiene muy buenas ideas y gente que tiene muy buenas ideas de mierda.